domingo, 23 de agosto de 2020

¡"La pluma mágica de Gwendy" en español! Prólogo de Stephen King



Traducción propia

En la primera entrada del blog les presento la traducción que me encuentro realizando actualmente. Estoy hablando de "LA PLUMA MÁGICA DE GWENDY", continuación de "Gwendy's Button Box" ("La caja de botones de Gwendy"), novela breve escrita a cuatro manos por Richard Chizmar y Stephen King, publicada en el 2017, la cual narraba la historia de una muchacha que se encuentra en posesión de una misteriosa caja con el poder de destruir el mundo.

Gwendy
"La caja de botones de Gwendy", primera parte de una trilogía ya anunciada.

Esta nueva historia tiene como protagonista a una Gwendy ya adulta, con su vida enfocada en una prometedora carrera política. Lo que menos esperaba (y necesitaba) era que la caja de botones volvería a cruzarse en su camino...

Richard Chizmar y Stephen King
Richard Chizmar y Stephen King, creadores de la historia de Gwendy

Si bien en esta secuela ya no participó Stephen King como coautor, contó con su beneplácito al punto de que escribió un interesante prólogo. Hoy comparto con ustedes este texto introductorio que echa luz sobre la génesis del personaje y, de paso, nos permite adentrarnos en la tarea creativa del famoso escritor de Maine, algo que sus fanáticos siempre apreciaremos.

Y ahora, sin más rodeos, el comienzo de...


LA PLUMA MÁGICA DE GWENDY

CÓMO GWENDY ESCAPÓ AL OLVIDO 

Por Stephen King 

Escribir historias es básicamente un juego. Se transforma en trabajo una vez que el escritor va al grano, pero casi siempre comienza como un simple juego de “hacer creer”. Empiezas con un y si…, luego te sientas a tu escritorio para descubrir a dónde lleva esa pregunta. 

Hace cuatro o cinco años (no recuerdo exactamente, pero debió haber sido mientras todavía trabajaba en la trilogía de Bill Hodges) comencé a jugar con la idea de una Pandora moderna. Ella fue una niñita curiosa, la recordarán, que recibió una caja mágica y cuando su condenada curiosidad (la maldición de la raza humana) hizo que la abriera, todos los males del mundo salieron volando. ¿Qué pasaría, me pregunté, si una niña moderna recibiera una caja similar, entregada a ella no por Zeus sino por un extraño misterioso? 

Me encantó la idea y empecé a escribir una historia llamada “La caja de botones de Gwendy”. Si me preguntan de dónde nace el nombre de Gwendy, no sabría decirles, así como tampoco recuerdo exactamente cuándo redacté las 20 o 30 páginas originales. Debo haber pensado en Wendy Darling, la pequeña novia de Peter Pan, o en Gwyneth Paltrow, o tal vez sencillamente apareció en mi cabeza (como el nombre de John Rainbird en Ojos de Fuego). En todo caso, visualicé una caja con un botón de color diferente para cada gran porción de tierra en el planeta; si presionabas uno de ellos, algo malo sucedía en el continente al que correspondía el botón. Agregué uno negro que destruiría todo, y (solo para mantener el interés del dueño de la caja) pequeñas palancas a los costados que entregaban dulces adictivos. 

También debo haber estado pensando en mi cuento favorito de Fredric Brown, “El arma”. En él, un científico involucrado en la creación de una super bomba abre su puerta una noche a un extraño, quien le ruega que detenga lo que está haciendo. El científico tiene un hijo que es, como decimos ahora, “mentalmente discapacitado”. Luego de que el científico despide a su visitante, ve al hijo jugar con un revólver cargado. La última frase de la historia es, “Solo un loco le daría un arma cargada a un idiota”. 

La caja de botones de Gwendy es esa arma cargada, y aunque ella no sea para nada una idiota, sigue siendo solo una niña, por amor de Dios. Qué haría con esa caja, me pregunté. ¿Cuánto tardaría en hacerse adicta a los dulces que recibía? ¿Cuánto, hasta que la curiosidad la llevase a apretar uno de esos botones, solo para ver qué sucedía? (resultó ser Jonestown). ¿Y se obsesionaría con el botón negro, el de la destrucción total? ¿Podría terminar la historia con Gwendy (luego de un día particularmente malo, tal vez) presionando ese botón y desencadenando el apocalipsis? ¿Eso sería tan descabellado en un mundo donde existe suficiente poder nuclear para destruir toda vida sobre la Tierra por cientos de años? ¿Y donde, queramos admitirlo o no, algunas de las personas con acceso a esa armas no están del todo en sus cabales? 

La historia anduvo bien al principio, pero luego comencé a quedarme sin combustible. No me sucede a menudo, pero sí ocurre de cuando en cuando. Tengo probablemente dos docenas de historias sin terminar (y al menos dos novelas) que simplemente se rindieron. (O tal vez yo me rendí ante ellas). Creo que había llegado al punto en que Gwendy está viendo cómo esconder la caja lejos de sus padres. Todo empezó a verse complicado. Pero no sabía qué sucedería a continuación. Dejé de trabajar en la historia y me dediqué a otra cosa. 

Pasó el tiempo (quizás dos o tres años, capaz que un poco más). De vez en cuando pensaba en Gwendy y en su caja misteriosa y peligrosa, pero no se me ocurrían nuevas ideas así que la historia siguió en el escritorio de la computadora de mi oficina, bien abajo en la esquina de la pantalla. No borrada, pero ignorada. 

Luego un día recibí un email de Rich Chizmar, creador y editor de Cemetery Dance y autor de algunos relatos breves muy buenos del género fantástico/terror. Él sugirió (casualmente, supongo, sin esperanzas reales de que yo aceptara) que podríamos colaborar en una historia, o que tal vez me gustaría participar en una ronda de escritores, donde algunos autores trabajan para crear una sola ficción. La idea de la ronda no me atrajo porque las historias que se producen así raramente son interesantes; pero sí me gustó la idea de la colaboración. Conocía el trabajo de Rich, lo bien que maneja a los pueblos pequeños y la vida suburbana de clase media. Él sabe evocar sin esfuerzo patios con barbacoas, niños en bicicletas, viajes al Walmart, familias comiendo palomitas de maíz frente a la TV… luego abre un hoyo en esas cosas al introducir un elemento sobrenatural y una pizca de horror. Rich escribe historias donde la Buena Vida de repente se torna brutal. Pensé que si alguien podía terminar la historia de Gwendy, era él. Y, debo admitirlo, sentía curiosidad. 

Para abreviar, él hizo un trabajo brillante. Yo reescribí algo de su material, él reescribió algo del mío, y dimos a luz una pequeña joya. Siempre le estaré agradecido por no permitir que Gwendy sufriese una muerte lenta en la esquina inferior derecha de mi pantalla. 

Cuando sugirió que podría contarse más de esa historia, me interesó pero sin demasiada convicción. ¿De qué se trataría? Yo quería saberlo. Me preguntó qué pensaría yo si Gwendy, ahora una adulta, fuera elegida para la Casa de Representantes de EE.UU., y la caja de botones reapareciese en su vida… junto con su misterioso propietario, el hombre del sombrerito negro. 

Uno sabe cuando algo está bien, y eso era tan perfecto que sentí celos (no mucho, pero sí un poco). La posición de poder de Gwendy en la maquinaria política recordaba a la caja de botones. Le dije que sonaba bien, y que debería darle para adelante. Honestamente, yo seguro que habría dicho lo mismo si me hubiese sugerido que Gwendy se convertía en astronauta, pasaba a través de un portal espacial y terminaba en otra galaxia. Porque Gwendy es tan mía como de Richi. Seguramente más, porque sin su creatividad ella no existiría en absoluto. 

En la historia que estás por leer (¡eres afortunado!) se muestran todas las capacidades formidables de Rich. Él evoca muy bien a Castle Rock, y los hombres y mujeres comunes que habitan la ciudad son muy creíbles. Conocemos a esas gentes y nos preocupamos por ellas. También nos preocupamos por Gwendy. A decir verdad, medio que me enamoré de ella, y estoy encantado de que haya vuelto a por más. 

Stephen King 

17 de mayo de 2019

2 comentarios:

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