viernes, 28 de agosto de 2020

"La pluma mágica de Gwendy" en español: capítulos 3 y 4


3

La oficina de Gwendy es amplia y espaciosa. Las paredes están pintadas de un amarillo suave y las adornan un mapa enmarcado de Maine, un espejo cuadrado con marco plateado, y una insignia de la Universidad Brown. Brillante, una iluminación cálida baña un escritorio de caoba centrado en la pared opuesta. Encima de él hay una lámpara, teléfono, agenda, computadora y teclado, y numerosas pilas de documentos. Del otro lado del recinto hay un sofá de cuero negro. Frente a él, una mesa ratona cubierta por revistas desplegadas. Una pequeña mesa con una cafetera se ubica a un costado. También hay un archivero de tres cajones en la esquina más alejada y una pequeña biblioteca ocupada por libros de tapa dura, baratijas y fotos enmarcadas. La primera de las dos fotos más grandes muestra a una Gwendy radiante y bronceada, cruzados sus brazos con los de un apuesto hombre barbudo en el desfile del 4 de julio, en Castle Rock, dos años antes. La segunda es de una Gwendy más joven parada delante de su madre y padre en la base del Monumento a Washington.

Gwendy se sienta frente a su escritorio, con la barbilla apoyada sobre sus manos en entrelazadas, observando la fotografía de ella y sus padres en vez del reporte abierto frente a ella. Luego de un momento, suspira y cierra la carpeta, alejándola.

Presiona una serie de teclas en su computadora y abre su cuenta de email. Pasa revista por las docenas de noticias en su casilla de correo, y se detiene en un email de su madre. La indicación del tiempo le muestra que fue recibido diez minutos antes, hace doble clic sobre él en su monitor aparece el artículo escaneado de una noticia.

La llamada de Castle Rock

Jueves – 16 de diciembre, 1999

AUN SIN RASTROS DE DOS NIÑAS DESAPARECIDAS

A pesar de una intensa búsqueda por todo el condado, y de las docenas de pistas entregadas por varios ciudadanos, no ha habido progreso en el caso de dos muchachas de Castle Rock que fueron secuestradas.

La última víctima, Varla Hoffman, 15 años, de la calle Juniper en Castle Rock, fue arrebatada de su dormitorio en la tarde del martes 14 de diciembre. Poco después de las 6 p.m. su hermano mayor cruzó la calle para visitar a un compañero. Al regresar no más de quince minutos después, descubrió la puerta trasera rota y a su hermana desaparecida.

“Trabajamos contra reloj para encontrar a estas chicas,” comentó Norris Ridgewick, sheriff de Castle Rock. “Trajimos oficiales de pueblos vecinos y estamos organizando búsquedas adicionales.”

Rhonda Tomlinson, 14, de Bridgton, desapareció camino a su casa volviendo de la escuela en la tarde del martes 7 de diciembre…

Gwendy frunce el ceño. Ha visto suficiente. Cierra el email y comienza a alejarse; pero vacila. Escribiendo en el teclado, cambia a CORREO GUARDADO y usa la flecha de arriba para moverse por la pantalla. Después de un tiempo que se le hace eterno, se detiene en otro email de su madre, este fechado el 19 de noviembre de 1998. El asunto dice: ¡FELICITACIONES!

Lo abre y hace doble clic en el enlace. Una pequeña y oscura ventana con el título Buen día, Boston se abre en el centro del monitor. Luego comienza un video de baja resolución, y la música de presentación de Buen día, Boston comienza a sonar por los parlantes de la computadora. Gwendy baja rápidamente el volumen.

En la pantalla, Gwendy y la popular conductora de un programa diurno, Della Cavanaugh, se encuentran sentadas frente a frente en sendas sillas rectas de cuero negro. Ambas muestran las piernas cruzadas y llevan micrófonos enganchados en las solapas. En lo alto del video corre un banner que dice: MUCHACHA LOCAL LO LOGRA.

Gwendy se encoge ante el sonido de su voz en el video, pero no lo apaga. En vez de eso, reajusta el volumen, se recuesta en su silla, y se ve siendo entrevistada, recordando cuán profundamente extraño (e incómodo) se sintió el tener que contar su vida frente a miles de extraños…


 

4

Después de graduarse de Brown en la primavera de 1984, Gwendy pasa el verano trabajando medio turno en Castle Rock antes de asistir al Taller de Escritores de Iowa, a principios de septiembre. Por los siguientes tres meses, se enfoca en sus tareas y comienza a escribir los episodios iniciales de la que se convertiría en su primera novela, un drama familiar e intergeneracional ambientado en Bangor.

Cuando termina el taller, ella regresa a Castle Rock para las Fiestas, se hace un tatuaje de una pequeña pluma junto a la cicatriz de su pie derecho (ya sabremos más de la pluma dentro de poco), y comienza a buscar empleos a tiempo completo. Recibe varias ofertas interesantes y pronto se decide por una floreciente  firma de publicidad y relaciones públicas, cerca de Portland.

A fines de enero de 1985, el señor Peterson sigue a Gwendy (en un tráiler de U-Haul lleno de muebles de segunda mano, cajas de cartón repletas de ropa, y más zapatos de los que una persona debería tener) y la ayuda en su mudanza al departamento alquilado en un segundo piso del centro de la ciudad.

Gwendy comienza a trabajar la semana siguiente. Rápidamente demuestra tener un instinto natural para el mundo de la publicidad; y en el transcurso de los siguientes dieciocho meses gana un par de promociones. A mitad del segundo año, ella se encuentra viajando por toda la costa este para encontrarse con clientes VIP, y aparece incluida en los nombres más importantes de la compañía como Gerente Ejecutiva de Cuentas.

A pesar de frenético itinerario, la novela inconclusa nunca se aleja de sus pensamientos. Fantasea acerca de ella constantemente, y la picotea en cada momento y resquicio de tiempo libre que puede hacerse: vuelos largos, fines de semana, días nevados poco frecuentes, y las ocasionales noches de semana en que su trabajo se lo permite.

Durante una fiesta navideña de su trabajo, en diciembre de 1987, su jefe, en una conversación informal, le presenta a Gwendy un viejo amigo de la universidad, a quien le cuenta que su empleada modelo no solo es un gerente de primera línea, sino también una aspirante a escritora. Da la casualidad de que el viejo amigo está casado con una agente literaria, así que llama a su esposa y le presenta a Gwendy. Contenta de tener una compañera amante de los libros con quien charlar, la agente congenia inmediatamente con Gwendy y, para el final de la velada, la convence de que le envíe las primeras quince páginas de su manuscrito.

Cuando acaba la segunda semana de enero, y el teléfono de Gwendy suena una tarde, ella se sorprende al escuchar del otro lado que la agente le pregunta qué fueron  de esas quince primeras páginas. Gwendy le explica que creyó que la agente solo estaba siendo amable y realmente no quería agregar un libro más a la pila de obras impublicables. La mujer le asegura a Gwendy que nunca es cortés cuando se trata de su material de lectura, e insiste en que se lo envíe cuanto antes. Entonces, por la noche, Gwendy imprime los tres primeros capítulos de su novela, los mete en un sobre expreso de FedEx y los despacha. Dos días después, la agente llama de nuevo pidiendo el resto del manuscrito.

Solo que existe un problema: Gwendy no ha terminado el libro.

En vez de admitir eso a la agente, ella se toma el día siguiente libre, un viernes (la primera vez que lo hace), y pasa todo un largo fin de semana bebiendo litros de Pepsi dietética y escribiendo a dos manos para terminar la última media docena de capítulos. Durante el almuerzo del lunes, Gwendy imprime las casi trescientas páginas restantes y las apretuja en una caja de FedEx.

Varios días más tarde, la agente llama y le ofrece representarla. El resto, como se dice, es historia.

En abril de 1990, la novela debut de una Gwendy de 28 años, El verano de la libélula, es publicada en tapa dura con excelentes críticas y menos que sorprendentes ventas. Unos meses después gana el prestigioso Premio Robert Frost, que la Sociedad Literaria de New England entrega anualmente “a trabajos literarios de gran mérito”. Este galardón le representa quizás (y es un quizás muy limitado) la venta de unos pocos cientos de ejemplares más, y constituye una linda propaganda para la edición en tapa blanda. En otras palabras, nada del otro mundo.

Todo eso cambia muy pronto con el lanzamiento de su segundo libro, un thriller suburbano llamado Turno de Noche, publicado el siguiente otoño. Las críticas excepcionales y el boca a boca disparan las ventas, llevándola a la lista de bestsellers del New York Time durante cuatro semanas consecutivas, donde se ubica cómodamente entre mega estrellas de la talla de Sidney Sheldon, Anne Rice y John Grisham.

El año siguiente, 1993, es testigo de la publicación de la tercera y más ambiciosa novela de Gwendy, Un beso en la Oscuridad, un poderoso thriller de seiscientas páginas que transcurre a bordo de un crucero. El libro representa un regreso a las listas de bestsellers (esta vez por seis semanas) y muy pronto llega a los cines justo para las Fiestas la versión fílmica de Turno de Noche, protagonizada por Nicholas Cage como el marido suburbano engañado.

En este punto de su carrera, Gwendy está lista para dar el gran salto a las grandes ligas de la industria del entretenimiento. Su agente le anticipa una oferta de 7 dígitos por su próximo libro, y tanto El verano de la libélula como Un beso en la Oscuridad se encuentran en avanzado estado de producción por parte de importantes estudios de cine. Todo lo que ella debe hacer es mantener el rumbo, como le gusta decir a su padre.

En vez de eso, ella cambia de dirección y sorprende a todos.

Un beso en la Oscuridad está dedicado a un hombre llamado Johnathon Riordan. Años antes, cuando Gwendy comenzó a trabajar en la agencia, fue él quien la tomó bajo su tutela y le enseñó los secretos del mundo publicitario. En un momento en que él fácilmente podría verla como una competencia directa (especialmente debido a la proximidad de sus edades; Johnathon era solo tres años mayor que Gwendy) él decidió en cambio hacerse amigo de ella y se convirtió en su aliado más cercano, tanto dentro como fuera de la oficina. Cuando Gwendy olvidó las llaves dentro del auto por segunda vez en otros tantos días, ¿a quién le pidió ayuda? A Johnathon. Cuando necesitó buenos consejos sobre citas, ¿a quién acudió? A Johnathon. Ambos pasaron incontables noches comiendo comida china directamente de los empaques de cartón, y mirando comedias románticas en el apartamento de Gwendy. Cuando ella vendió su novela debut, Johnathon fue la primera persona a quien se lo contó; y cuando participó en su primer evento de firma de ejemplares, él estaba al frente de la fila en la librería. A medida que pasó el tiempo y su relación se fue fortaleciendo, Johnathon se convirtió en el hermano mayor que Gwendy nunca tuvo, pero que siempre quiso. Y luego él enfermó. Y nueve meses después, había fallecido.

Aquí es donde la sorpresa entra en escena.

Inspirada por la muerte de su mejor  amigo a manos del SIDA, Gwendy renuncia a la agencia de publicidad y dedica los siguientes ocho meses a escribir unas memorias no ficticias acerca de la inspiradora vida de Johnathon como un joven gay, y las trágicas circunstancias de su deceso. Al terminar, y con el luto aún no superado, inmediatamente se embarca en la dirección de un documental basado en la historia de Johnathon.

Su familia y amigos quedan sorprendidos, y a la vez no. La mayoría quiere explicar su nueva pasión con la simple y remanida frase: “Solo es Gwendy siendo ella misma.” En cuanto a su agente, aunque nunca se lo dice directamente (eso sería antipático, por no decir descortés), está profundamente decepcionada. Gwendy ha estado en la ruta del estrellato, pero la ha abandonado para encarar un tema tan controvertido e inesperado como la epidemia del SIDA.

Pero a Gwendy no le preocupa. Alguien importante le dijo una vez: “Tú tienes muchas cosas para contarle al mundo… y el mundo va a escuchar.” Y Gwendy Peterson está convencida de ello.

Ojos cerrados: la historia de Johnathon se publica en el verano de 1994. Genera comentarios positivos en Publishers Weekly y Rolling Stone, pero no impacta en las cadenas nacionales de librerías. Para fines de agosto, la obra es relegada a las mesas de saldos en la mayoría de las tiendas.

Por otro lado, el documental de título parecido es una historia totalmente distinta. Lanzado poco después que el libro, la película es presentada en festivales llenos de público y llega a ganar un Oscar por Mejor Documental. Cerca de cincuenta millones de espectadores ven cómo Gwendy pronuncia, con lágrimas en los ojos, su discurso. Ella pasa la mayor parte de los meses siguientes otorgando entrevistas a publicaciones nacionales, y apareciendo en varios programas diurnos y nocturnos. Su agente está maravillada. Ella ha vuelto a la senda del éxito, y está más vigente que nunca.

Gwendy conoce a Ryan Brown, un fotógrafo profesional de Andover, Massachusetts, durante la filmación del documental. Ambos entablan fácilmente amistad y, en un giro de eventos inesperado, comienzan una relación.

Una mañana nubosa de noviembre, mientras hacen senderismo por las orillas del Royal River cerca de Castle Rock, Ryan saca de su mochila un anillo de diamantes, echa una rodilla al suelo  y le propone matrimonio. Gwendy, con lágrimas y mocos corriendo por su rostro, se encuentra tan embelesada que no puede articular palabra. Entonces Ryan, siempre buen muchacho, cambia de rodilla y le pregunta de nuevo. “Sé cuánto te gustan las sorpresas, Gwennie. Vamos, ¿qué dices? ¿Pasas el resto de tu vida conmigo?” Esta vez Gwendy encuentra su voz.

Se casan al año siguiente en la iglesia de sus padres, en el centro de Castle Rock. La recepción se lleva a cabo en la Posada Castle y, más allá de que el hermano de Ryan bebe demasiado y se rompe la muñeca en la pista de baile, la pasan muy bien. El padre de la novia y el padre del novio congenian gracias a su admiración mutua por las nutrias de Louis L Amour, y las dos madres pasan todo el día cuchicheando como hermanas. La mayoría predice que ahora que Gwendy ha sentado cabeza, se estabilizará y concentrará en escribir novelas de nuevo.

Pero Gwendy Peterson ama las sorpresas. Y tiene una más bajo la manga.

Producto de la inflamada furia y frustración que le produce la forma cruel y discriminatoria en que los enfermos de SIDA siguen siendo tratados (ella está particularmente indignada por la reciente aprobación en el Congreso de continuar con la prohibición de la entrada al país de gente con VIH, aunque ya se han reportado más de dos millones y medio de casos en todo el mundo), Gwendy decide, con la bendición de su marido, de candidatearse en un cargo público.

Está de más decir que su agente no se encuentra para nada satisfecha.

Gwendy se encomienda en cuerpo y alma a una campaña que pronto toma impulso. Se suman adeptos en un número sin precedentes, y los primeros patrocinadores exceden toda expectativa. Como señala un famoso y mezquino personaje: “Peterson, con un carisma y energía sin límites, no solo ha movilizado al voto joven y a los indecisos; ha encontrado la forma de atraer a los simplemente curiosos. Y, en un estado tan conservador como Maine, eso podría ser la clave para un otoño exitoso.”



Resulta que esa persona está en lo cierto. En noviembre de 1998, con un margen de menos de cuatrocientos votos, Gwendy Peterson supera al titular del Distrito Uno de Maine, el congresista republicano James Leonard. Al mes siguiente, solo unos días después de Navidad, se muda a Washington D.C.

Así que ahí la tienen, la historia de cómo Gwendy se encuentra en los once meses y ocho días de un cargo de dos años en el Congreso, exponiendo sus ideologías utópicas (como se refirió a ellas la Fox durante la última transmisión) a quienquiera que desee escucharlas, y a menudo siendo mencionada (no sin un dejo de burla) como la Congresista Famosa.

El intercomunicador de su escritorio lanza un pitido, sacando a Gwendy de su máquina del tiempo. Tantea el teclado para cerrar el video, y presiona un botón titilante en su teléfono. “¿Sí?”

“Siento molestarla, pero tiene una reunión de Normas y Regulaciones  en siete minutos.”

“Gracias, Bea. Enseguida salgo.”

Gwendy echa un vistazo a su reloj de pulsera, incrédula. Cristo, acabas de desperdiciar cuarenta y cinco minutos de tu mañana. ¿Cuál es tu problema?”  Es una pregunta que se ha hecho mucho últimamente. Coge un par de carpetines de la pila y se apresura a salir de la oficina.


2 comentarios:

LATER de Stephen King EN ESPAÑOL - Capítulo 14

  14   Es hora de hablar de Liz Dutton, así que presten atención. Préstenle atención. Medía alrededor de un metro setenta, la altura d...