martes, 22 de septiembre de 2020

"La pluma mágica de Gwendy" en español: capítulos 30 y 31

 


30

Gwendy pasa la mayor parte de la tarde dominical de Navidad haciendo compras con su mamá. Su primera parada es en Walmart, donde Gwendy elige un par de rompecabezas para su padre, y la señora Peterson coge el último walkman Sony disponible en el estante para Blanche Goff, su vecina y amiga de muchos años, “así lo usa durante sus paseos mañaneros alrededor de la pista de la escuela."

El celular de Gwendy suena mientras se dirigen al estacionamiento. Es su padre, llamando para saber cómo está su mamá. Gwendy la mira y dice que está todo bien, prometiendo que la vigilará. Antes de cortar, la señora Peterson le quita el celular de las manos y dice, “Mira tu partido de football y déjanos en paz, vejete.” Ambas se suben al Subaru, amontonando sus bolsas en el asiento trasero y riendo como un par de adolescentes.

Lo cierto es que Gwendy ha estado vigilando atentamente a su madre, y hasta el momento está encantada con lo que ha visto. La señora Peterson aún luce algo frágil, y definitivamente camina más lento; pero es lo esperable después de todo lo que acaba de atravesar. Más importante aún, al menos para Gwendy, es el hecho de que la actitud alegre de su madre y su punzante sentido del humor han regresado, sin mencionar la dulce sonrisa que siempre la caracterizó. Durante las ocho semanas de quimioterapia, mucho de eso se había perdido.

Después de Walmart, las dos mujeres tomaron un almuerzo ligero en Crackel Barrel y se dirigieron al mal en la ruta 119. El establecimiento de dos pisos está tan abarrotado y ruidoso como un partido de football el viernes por la noche (pareciera que la mitad de los adolescentes de Castle Rock se encuentra allí esa tarde) pero eso no le afecta a su diversión. Gwendy y su mamá pasan las siguientes horas buscando los últimos regalos de sus listas, tomando helados de dos bochas mientras observan a la gente en el patio de comidas y cantando junto a la selección interminable de villancicos que suenan en los altoparlantes del mall.

En la parada final del día, Gwendy deja a su mamá en un banco fuera de una tienda de artículos deportivos, y entra a comprar un equipo impermeable para cuando Ryan practica kayak. Fue el único pedido que él le hizo antes de marcharse, y ella está decidida a ponerlo bajo el árbol navideño hasta que  regrese. Gwendy está guardando el recibo en su bolso sin mirar por dónde camina, cuando se tropieza con otro cliente al salir de la tienda.

“Lo siento,” dice Gwendy; levanta la mirada y ve quién es. “¡Oh, Dios mío, Brigette!”

La mujer, alta y rubia, ríe y alza la bolsa de compras que había escapado de sus manos. “La misma Gwendy de siempre, corriendo hacia algún lugar.”

Brigette Desjardin iba dos años más avanzada que Gwendy en la secundaria de Castle Rock. Por aquellos días, ambas practicaban atletismo y pasaban mucho tiempo juntas en sus casas.

“No te había visto desde cuándo… ¿el desfile del cuatro de julio?” pregunta Gwendy, abrazando a su amiga.

“Ese día también me chocaste.”

Gwendy se cubre la boca. “Oh, Dios mío, tienes razón, lo siento.” Gwendy le había tirado un vaso de limonada de la mano a Brigette encima del vestido veraniego nuevo. “Nunca supe ser tan torpe, pero creo que me estoy poniendo al día por el tiempo perdido estos últimos años.”

“Está bien Gwendy,” dice Brigette, riendo. “Creo que hay una forma de que me compenses.”

“Dime.”

Brigette enarca las cejas. “Bueno, seguramente no te enteraste, pero fui electa presidenta de la PTA en septiembre.”

“Eso es genial,” dice Gwendy con sincera admiración. “Felicitaciones.”

“Oh, bueno.” Brigette levanta los ojos y sonríe. “Señorita senadora estrella.”

“No soy una…”

“De cualquier forma, estoy a cargo de la celebración de Año Nuevo; si el clima lo permite, la haremos en exteriores. Me preguntaba…”

Gwendy no dice nada. Adivina lo que viene a continuación.

“… si podrías pasar y decir algunas palabras?”

Uno de los dichos favoritos de su madre pasan por su mente: No elijas lo más fácil de hacer, elige lo correcto.

“Solo serían tres o cuatro minutos, pero entiendo si no puedes o si ya tienes otro…”

Gwendy coloca una mano en el hombro de su vieja amiga. “Será un placer.”

Brigette chilla y echa sus brazos alrededor de Gwendy. “¡Gracias, gracias! No tienes idea de cuánto significa para mí.”

“Solo asegúrate de no tener una taza de chocolate en la mano cuando me veas llegar.”

Brigette lanza unas risitas, aflojando su abrazo. “Hecho.”

“Te llamaré la próxima semana para que me digas cuándo y dónde ir.”

“Perfecto. Muchas gracias.” Comienza a alejarse, y luego se voltea. “Feliz Navidad para ti y tu familia.”

“Feliz Navidad. Me alegra haberme chocado contigo.”

Gwendy gira y comienza a vadear el mar de gente que hay en el pasillo. A medio camino del banco donde había dejado a su madre, la señora Peterson se hace visible y Gwendy levanta una mano – pero se queda paralizada.

Su madre no está sola.

Con una puñalada de terror perforándole el pecho, Gwendy comienza a abrirse camino a empujones.


 

31

“¿Quién era ese?” pregunta Gwendy, casi gritando, buscando frenéticamente entre la multitud de compradores detrás del banco. “¿Quién estaba hablando contigo?”

La señora Peterson la mira sorprendida. “¿Qué… qué ocurre?”

“El hombre con sombrero negro, el que estaba hablando contigo… ¿lo conoces?”

“No. Dijo que estaba visitando a unos amigos en el pueblo. Me hizo un par de preguntas y se fue.”

“¿Qué amigos?”

“No le pregunté,” dice la señora Peterson. “¿Qué ocurre, Gwen?”

Ella ahora está en puntillas, aún buscando entre la multitud. “¿Qué tipo de preguntas te hizo?”

“Bueno, déjame ver… me preguntó si me gustaba Castle Rock. Le dije que había vivido aquí toda mi vida, que era mi hogar.”

“¿Qué más?”

“Quería saber si le podía recomendar un buen restaurante. Dijo que no había tenido una comida decente en semanas y que estaba muy hambriento, lo que me pareció extraño considerando lo bien que estaba vestido.”

“¿Qué más?”

“Eso fue todo. Fue una conversación breve.”

“¿Cómo se veía? ¿Puedes describirlo?”

“Él era…” Piensa por un momento. “Alto y delgado, y probablemente de tu edad. Creo que tenía ojos azules.”

La señora Peterson se para y toma sus bolsas de compra. “¿Ahora me dirás qué está pasando, o debo comenzar a preocuparme por ti también?”

Pensando rápido, Gwendy mira a su mamá con su habitual cara de póquer. “Hay un reportero que ha estado molestándome las últimas semanas. Es persistente y no demasiado agradable. Por un momento, temí que me hubiese seguido hasta aquí desde el DC.”

“Oh, querida,” dice la señora Peterson, y Gwendy se siente terrible por mentirle. “Este caballero parecía muy amable, pero supongo que uno nunca sabe, ¿cierto?”

Gwendy asiente rápidamente. “Cada vez es más difícil, eso seguro.”

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