sábado, 3 de octubre de 2020

"La pluma mágica de Gwendy" en español: capítulos 57, 58, 59 y 60

 


57

De vuelta en casa, Gwendy guarda la caja de botones en su guarida y cierra la pesada puerta detrás de ella, escuchando el clic que hace cuando se activa la cerradura. Luego gira el dial una, dos, tres veces, y prueba la manija con firmeza para asegurarse. Casi está llegando a su dormitorio cuando suena el timbre.

Se queda congelada en el pasillo, conteniendo la respiración, rogando para que quienquiera que sea, se vaya.

El timbre vuelve a sonar. Ahora, dos veces.

Gwendy, aún con la ropa que había usado en el hospital, saca el celular del bolsillo del suéter. Marca el 911 y prepara el dedo para apretar el botón de ENVIAR. A hurtadillas por el pasillo, se acerca hasta el recibidor, cuidando de no hacer ruido, y espía por la mirilla.

El timbre suena de nuevo, y ella casi grita.

Retrocediendo un paso, corre el cerrojo y abre la puerta.

“Dios, Sheriff. Podrías haber llamado antes…”

“Ha desaparecido otra niña. Justo en la otra cuadra.”

“¿Qué? ¿Cuándo?”

“Llamaron hace una hora.” El Sheriff Ridgewick lleva la mano hasta el cinturón y ajusta el volumen de su radio. “El padre de esta chica dice que ella estaba patinando en el estanque con amigos. Algunos de los más grandes habían hecho una fogata y había más o menos veinticinco o treinta personas. Otro padre se suponía que la estaría vigilando, pero ella se fue a hablar con un vecino, y ya sabes cómo es eso. Nadie notó que la chica había desaparecido hasta que fue hora de irse.”

“¿Tus hombres revisaron el hielo?” pregunta Gwendy, sabiendo que es una tontería incluso antes de decirlo.

“Lo hicimos,” contesta él. “Pero ha estado sólido desde al menos seis semanas. No hay chance de que se haya caído.”

“¿Y ahora qué? ¿Revisaron el área y qué más?”

“Tengo oficiales peinando los bosques y calles cercanas. También colocamos controles en los caminos de algunas localidades, pero si el que se la llevó la metió en el baúl y se marchó de inmediato, ya hace tiempo que se debe haber escapado. El resto de mi gente está haciendo preguntas por todo View Drive, averiguando si alguien vio algo sospechoso en los últimos días.”

Gwendy queda boquiabierta. “Es mejor que pase, Sheriff.” Da un paso atrás para darle el paso. “Debo decirte algo y no creo que te guste.”


 

58

La reportera rubia del Canal 5 sostiene el micrófono frente al rostro del Sheriff Ridgewick mientras este habla. Ella tiene un gorro de lana celeste que hace juego con su abrigo, y el maquillaje es perfecto, a pesar del viento  y de la temperatura bajo cero. El sheriff, con los ojos vidriosos y las mejillas coloradas, luce cansado y miserable.

“… la búsqueda de Deborah Parker, una residente del edificio 1900 de View Drive. La señorita Parker tiene catorce años y estudia en la Secundaria de Castle Rock.”

La fotografía a color de una adolescente con ortodoncia y cabello ondulado castaño aparece en la esquina superior derecha dela pantalla.

“Ella mide un metro sesenta, pesa 50 kilos y tiene cabello y ojos castaños. Se la vio por última vez esta tarde alrededor de las 19:30, patinando con amigos en el lago Fortier. Si alguien tiene información acerca de su paradero, o vio algo extraño en el área de Castle View, por favor contacte al Departamento del Sheriff…”


 

59

Gwendy jamás ha visto antes al hombre parado fuera de oficina del sheriff, pero puede oler que es un periodista a un kilómetro de distancia. También ayuda el hecho de que tenga una mini grabadora en la mano izquierda.

“Congresista Peterson,” dice, cortándole el paso a la entrada. “¿Algún comentario sobre las niñas desaparecidas?”

“¿Y usted es?” pregunta ella.

Él extrae una credencial plastificada de su abrigo y la extiende tanto como lo permite el cordón. “Ronald Blum, Portland Press Herald.”

“Estoy aquí esta mañana para ser informada por el Sheriff Ridgewick. Los comunicados oficiales se los dejo a él.” Ella comienza a alejarse.

“¿Es verdad que ha habido otros intentos fallidos de secuestras chicas jóvenes en Castle Rock?”

Gwendy abre la puerta y deja que se cierre en la cara del reportero. Él grita algo más, pero ella no puede oírlo a través de grueso vidrio.

El salón de la comisaría está muy agitado esta mañana. Un puñado de oficiales está sentado en sus escritorios hablando por teléfono y tomando notas. Varios más se encuentran reunidos frente al tablón de anuncios, examinando un gran mapa de Castle Rock. Hay una fila para la cafetera y otra frente a la fotocopiadora. Gwendy alcanza a ver a Sheila Brigham en su cubículo y se dirige hacia allí.

La veterana recepcionista está ocupada hablando con alguien por sus auriculares, y a juzgar por su cara se puede afirmar que lo ha estado haciendo por un rato largo. Ve a Gwendy acercarse y cubre el micrófono con la mano. “Pasa al fondo. Hoy esto es un circo.”

Gwendy le agradece con un gesto y encara al angosto pasillo. Esta vez, la puerta del sheriff está cerrada. Por superstición, toca tres veces.

“Adelante,” dice una voz apagada.

Abre la puerta y entra. El sheriff está parado frente a la ventana, observando el exterior. “¿Ese periodista te alcanzó a la entrada?”

Ella asiente. “No tenía mucho que decir.”

“Te lo agradezco,” dice él, volviéndose y mirándola.

“Preguntó si había habido más intentos de secuestros. Casi me desmayo, pero creo que no se dio cuenta.”

“Solo está tanteando,” dice el sheriff, apoyándose en su escritorio.

“Supongo, pero fue muy incómodo después de lo que te conté anoche.”

“Él no sabe nada de eso. Nadie lo sabe. Aún.”

“¿Se lo contarás a los demás hoy?”

Él afirma con la cabeza. “La policía estatal enviará detectives adicionales más tarde. Estamos organizando un grupo de trabajo, así que contaré tu historia en la primera reunión.”

“Avísame si necesites que esté allí para dar la cara.”

“No será necesario,” contesta él como si nada. “Lo que diré es que creíste que todo era una broma hasta que te pusiste a pensar sobre eso más tarde. Fue entonces que caíste en la cuenta de que el tipo llevaba una máscara. Entonces me lo contaste esta mañana. No viste ningún vehículo y no puedes ofrecer una descripción del hombre, aparte de las ropas oscuras y los zapatos con algún tipo de tacón.”

Ella lo mira con gratitud. “Gracias, Norris.”

“Ni lo menciones,” dice él. “No hay necesidad de que todo el mundo descubra lo cabeza dura que eres.”

Gwendy ríe. “Suenas como mi madre.”


 

60

Cuando Gwendy entra en el cuarto 233 del segundo piso del Hospital General y ve lágrimas en los rostros de sus padres, su alma se le cae al piso.

La señora Peterson está sentada al borde de la cama con sus piernas colgando por el costado. Sostiene las manos de su marido y tiene la cabeza apoyada sobre su hombro. Parece una niña. El doctor Celano se encuentra a los pies de la cama, leyendo un informe. Cuando escucha la puerta, se gira hacia Gwendy con una amplia sonrisa en el rostro.

“Lamento llegar tarde,” dice Gwendy, confundida. “Me demoré en una reunión.”

Su padre alza la vista y la mira. Sus ojos están vidriosos y brillantes, y también sonríe ampliamente.

“¿Qué ocurre?” pregunta Gwendy, sintiendo que ha entrado en la Dimensión Desconocida.

“Oh, cariño, es un milagro,” dice su madre, extendiéndole los brazos.

Gwendy se acerca y la abraza. “¿Qué cosa? ¿Qué está pasando?” Su madre solo la aprieta más. El señor Peterson señala al doctor. “Dígale lo que acaba de contarnos.”

El doctor Celano levanta las cejas. “Todos los escaneos salieron limpios. No hay rastros de un tumor.”

“¿Qué? ¿Son buenas noticias, cierto?” pregunta Gwendy, con temor a esperanzarse demasiado.

“Yo diría que sí.”

“¿Pero qué hay de los resultados de la sangre?”

El doctor agita el informe médico frente a ella. “Los análisis que hicimos ayer por la mañana también salieron limpios. Los valores de tu madre están dentro del rango normal.”

“¿Cómo es posible?” pregunta Gwendy, sin poder creerlo.

“Yo me pregunto lo mismo,” dice el doctor Celano, “así que ordené análisis extras y apuré al laboratorio para que me diesen los resultados.”

“Yo estaba intrigado por lo que sucedía,” dice el señor Peterson, riendo. “Extrajeron tres jeringas más antes del desayuno, y le dije a la enfermera que se estaba convirtiendo en un vampiro.”

“Los nuevos exámenes salieron normales. De nuevo,” dice el doctor, cerrando la carpeta y sosteniéndola al costado.

Gwendy lo mira. “¿Podría ser un error?”

“Se cometió un error, pero no ayer ni hoy. Estoy cien por ciento seguro de que estos resultados son precisos.” El doctor suspira largamente y la sonrisa desaparece de su rostro. “Dicho esto, quiero asegurarles que llegaré al fondo de lo que salió mal con los resultados del 22. Fue un error imperdonable, y voy a averiguar qué ocurrió.”

“¿Pero y los dolores de estómago? ¿Los vómitos?”

“Me temo que eso es un misterio,” dice el doctor. “Me arriesgaría a decir que comió algo que le cayó mal, y el esfuerzo al vomitar revolvió algún tejido dañado por la quimioterapia. Le ha ocurrido a algunos de mis pacientes.”

“¿Entonces qué… qué significa todo esto?” pregunta Gwendy.

“¡Que no está enferma!” dice el señor Peterson, rodeando a Gwendy por el hombro y dándole una sacudida. “¡Significa que la podemos llevar a casa!”

“¿Hoy?” dice Gwendy, mirando al doctor. Aún no puede creer que esto esté ocurriendo. “¿Ahora mismo?”

“Tan pronto como terminemos con el papeleo.”

Gwendy mira al doctor por un momento, y luego a sus padres. Sus rostros brillan de felicidad. “Estoy comenzando a creer que tu pluma realmente es mágica,” dice su padre.

Y entonces los tres están riendo de nuevo, abrazándose y sin querer soltarse por nada del mundo.


 

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