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Si la mamá de
Shanna y su hermano menor no
hubiesen muerto momentos después que ella, con
ella, todos mezclados (se podría decir que “por culpa de ella”) tal vez yo
habría dejado que las cosas siguiesen su curso natural. Manny habría ido
bailoteando (a mi papá también le gusta esa) a su gigantesca manera y
estrangulado a Danielle, decapitado a JR, quemado a Tim y, no sé, ahogado a mí
en un inodoro muy diminuto para él, como me lo tenía bien merecido por haber
ideado aquella broma.
Quiero decir, todos lo merecíamos.
Había leído Frankenstein en el curso avanzado de Inglés, y sabía que uno no se
puede alejar así porque así de sus creaciones. No sin consecuencias.
Y, para ser honesto, medio que les mentí a
Danielle y JR acerca de que no había puesto a Manny en la moto. Claro que lo
había colocado allí, específicamente para asustar a mi mamá, hacer que tire los
huevos o algo igualmente gracioso. Mi papá lo dejó porque seguramente pensaba
que al menos alguien estaba sacando
provecho de ella, ya que él no podía usarla más pero tampoco tenía el valor de
venderla.
Así todo, mi argumento frente a Danielle y JR
habría sido más convincente si no hubiese
dicho eso. Seguramente lo aprendí de mi mamá, quien usaba ese fertilizante
mágico para hacer trampa en el crecimiento de su jardín. De eso se trataba mi
mentira: fertilizante para hacer florecer más rápido mi idea en Danielle y JR.
Y al fin y al cabo, solo era una broma.
Lo era. Cien por ciento.
Seguro, Shanna había sido despedida y
estaba en encierro permanente, Tim estaría castigado hasta que se hiciera
hombre (su padre se encargaría),
hasta que se hiciera hombre y dejara de ser un dominado, y la broma no había
avergonzado al asistente como yo quería; pero aun así, no había sido un pérdida
total. ¿Acaso no teníamos la historia de lo que casi fue? Eso es de mucho
valor, si lo cuentas bien.
En todo caso, gran sorpresa, poco después
aparecieron volantes engrapados en cada poste del vecindario. Evidentemente
algunos pervertidos habían estado irrumpiendo en los cobertizos de las casas,
robando fertilizante y probablemente (la palabra que escuché susurrar muchas
veces fue “seguramente”) seguramente
vendiéndolo en camionetas ocultas en los estacionamientos. Solo que,
evidentemente, en diferentes bolsas puesto que nunca desaparecía el saco
completo, solo el contenido que había sido sustraído a través de un agujero en
la ancha y vulnerable barriga del paquete.
¿Quién
habría adivinado que eso era lo que comían los maniquíes en la vida salvaje? O
sea, no sé si alguien sabía que existía
la “vida salvaje” para los maniquíes; pero de ser así, entonces: ¿fertilizante?
Aún así, parte
de ese fertilizante mágico, quizás la mayor parte, no era solo minerales y
vitaminas para las plantas. Nuestro vecindario es competitivo, eso es lo que
estoy diciendo. Así como los atletas olímpicos recurren a los esteroides si
creen que se saldrán con la suya, muchos de nuestros vecinos, incluyendo sobre
todo a mi mamá, habían optado por el material fertilizante menos amigable con
el medio ambiente y más cercano a la radioactividad que pudieron conseguir. Y
la cuestión era que ellos sabían de
su peligro, al punto de que ni consideraban la posibilidad de comer sus resultados. ¿Que cómo sabía
eso? En los puestos de las granjas siempre había alguno de los vehículos del
barrio comprando vegetales orgánicos, de la clase que no convertiría a sus familias en mutantes.
Por lo
tanto Manny, me imaginaba, después de comer eso todas las noches por dos
semanas, en este momento debía ser tres o cuatro veces más alto de lo que había
sido para el camionero. ¿Qué significaba? En otras palabras, sería algo así
como un kaiju. La versión en maniquí
de Godzilla. Y siendo tan enorme, tan imponente, tan atemorizante, el único
lugar donde podía esconderse era el Lago Ray Hubbard; el cual casualmente estaba como un metro más lleno de lo
habitual, lo suficiente como para inundar las casas más cercanas.
No estoy en
el curso avanzado de Matemáticas, así que no puedo calcular cuánta agua
desplazaría un maniquí de 15 metros de altura, ni factorear ese número con el
grado o lo que sea de la pendiente alrededor del lago aquí en Rockwall. Pero si
pudiese, sé que los cálculos me darían la razón.
A estas
alturas, Manny debía ser gigante.
Y en su
razonamiento lento y limitado, se acordaba de nosotros cuatro. Cuatro, porque
ya no tenía que preocuparse por Shanna.
Por lo que
sabía, él era como el monstruo Frankenstein. Tal vez no quiso matar a Shanna;
quizás había tratado de, no sé, abrazarla. Puede ser que hubiese estado muy
feliz de volver a verla después de tantos años. Pero somos muy frágiles si nos
comparamos con un monstruo como él. No conoce su propia fuerza. Solamente sabe
que se siente solo, y probablemente con miedo. Y no le importa cuál mamá, papá, hermanito o hermanita
se interpone en su lucha contra la soledad; solo está asustado y sin nadie con
quien jugar.
¿O…?
Él nos
odia.
Recuerda
todo con detalle, nos ha visto entrar y salir de mi garaje los últimos tres
años sin dignarnos a mirarlo siquiera.
Como sea,
estábamos muertos.
En
realidad, lo suponía, sería mejor para el mundo si simplemente nos matábamos.
Excepto que les romperíamos el corazón a nuestros padres, y daríamos un mal
ejemplo a nuestros hermanitos y hermanitas. Y todos en la escuela deberían
asistir a charlas acerca de qué hacer si te invitan a un grupo suicida. No
queríamos que nos recordasen así. Es mucho mejor estar en la lista de los
asesinados, ¿verdad? ¿El muro de los “Partió Demasiado Joven”?
Y sí, hablo
en plural porque asumo que ese es el caso; pero vean, Tim todavía no podía
hablarnos, y cuando intenté reclutar a JR con mi teoría (indicando lo más
indirectamente posible que “Manny era un gigante que nos persigue”) para que
pudiésemos ir ante Danielle como un equipo,
él solo me preguntó si era una broma, si lo había sacado de una película o qué.
Mientras tanto Danielle había comenzado, por motivos ininteligibles para nadie
remotamente cuerdo o con un mínimo de buen gusto o autorrespeto, una relación
con Steve del equipo de su anuario
escolar, así que eso terminó mi cruzada para convencer acerca de la matanza del
maniquí gigante.
Sawyer, el
único que lo dedujo todo. El único que sabía que estaba bien si Manny venía a
por nosotros, pero no que también matase a nuestras familias.
Realmente,
es algo heroico.
Aunque no
se sintió así.
Tim fue el
primero.
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